¿Recuerdas la última vez que fuiste mucho más productivo fuera de la oficina?
Hace unas semanas cambié la oficina en Madrid por una oficina en la montaña.
Literalmente.
Decidí trabajar unos días rodeado de naturaleza, compartiendo espacio con otros emprendedores que, como yo, buscaban desconectar del ruido… sin dejar de producir.
Y te soy sincero: el cambio se nota desde el primer día.
Más foco. Más claridad. Menos distracciones.
Las ideas fluyen mejor cuando no tienes notificaciones, cuando evitas el tráfico de todas las mañanas y las reuniones que podrían haber sido un email.
Y si además del entorno puedes añadir gente…
Compartir el día a día con otros emprendedores me dio algo especial: intercambio de experiencias, distintas formas de ver los mismos retos... Al final, todos pasamos por lo mismo.
Vuelves con la cabeza más despejada y con las ideas más claras.

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